Este mes ha hecho un año del momento en que mi vida dio un giro de 180º
No pretendo hacer un balance público de los pros y contras que ha supuesto, pero sí me gustaría compartir las conclusiones a las que he llegado tal día como hoy.
Mirar hacia atrás suele darme tortícolis mental, prefiero mirar siempre al frente, con la mirada en mi próximo destino, pero hay fechas en las que es inevitable. Y ésta es quizá la más inevitable.
Hace poco más de un año (y parece un siglo) yo era una persona absorbida por la rutina, encerrada en un bucle de resignación y disfrazada de mí misma ante un espejo.
Pero hoy puedo reconocer que o quién mueve mis mecanismos internos, cuales son los lubricantes de mis engranajes. Sé que elementos externos debo alejar para no oxidar ni atascar mis engranajes, poleas y pistones.
Y sí, puede que me perdiera en ellos, dando vueltas y más vueltas sin conocer su funcionamiento, pero hoy puedo asegurar que conozco el funcionamiento, que hecho una puesta a punto y tengo una garantía mínina de diez años (incluyendo el mantenimiento diario).
Hoy puedo decir que estoy satisfecha, a pesar de la pausa, que me encuentro fuerte, que espero con ansia los nuevos proyectos, que espero alcanzarlos y poder compartirlos con vosotros, que estoy aquí.