martes, 22 de marzo de 2011

Un año

Este mes ha hecho un año del momento en que mi vida dio un giro de 180º
No pretendo hacer un balance público de los pros y contras que ha supuesto, pero sí me gustaría compartir las conclusiones a las que he llegado tal día como hoy.

Mirar hacia atrás suele darme tortícolis mental, prefiero mirar siempre al frente, con la mirada en mi próximo destino, pero hay fechas en las que es inevitable. Y ésta es quizá la más inevitable.

Hace poco más de un año (y parece un siglo) yo era una persona absorbida por la rutina, encerrada en un bucle  de resignación y disfrazada de mí misma ante un espejo.
Pero hoy puedo reconocer que o quién mueve mis mecanismos internos, cuales son los lubricantes de mis engranajes.  Sé que elementos externos debo alejar para no oxidar ni atascar mis engranajes, poleas y pistones.
Y sí, puede que me perdiera en ellos, dando vueltas y más vueltas sin conocer su funcionamiento, pero hoy puedo asegurar que conozco el funcionamiento, que hecho una puesta a punto y tengo una garantía mínina de diez años (incluyendo el mantenimiento diario).

Hoy puedo decir que estoy satisfecha, a pesar de la pausa, que me encuentro fuerte, que espero con ansia los nuevos proyectos, que espero alcanzarlos y poder compartirlos con vosotros, que estoy aquí.

viernes, 11 de marzo de 2011

Mañanas musicales


Empezar el día con la canción, esa que te llena de ritmo hasta la última terminación nerviosa de tu piel, mientras te haces el primer café de la mañana.
Buena dosis de cafeína y buenrollismo para empezar el día.
Sonrisa cafeinada y ligeros movimientos de cadera para despejarse.
Pequeños pasos de baile mientras repasas la lista de cosas para hacer.
Encuentro sonrisa y besito en el pasillo, mientras la cabeza se ha unido al ritmo de la cadera.
Manos arriba, hay que vestirse y hace frío pero la música no parará.
Y es que hoy es un buen día, porque es un día nuevo.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Respuesta a las malas prácticas

A veces tengo la sensación de que a esta pausa solo le quedan minutos para estar fuera de tiempo. Pero es solo eso, una sensación, porque la verdad es que aún le quedan muchas horas.
Muchas horas en las que mente no deja descansar, donde la adrenalina se dispara y me lleva a buscar ocupaciones para no pensar continuamente que pierdo horas de pausa.
Pero hay hechos que te hacen levantar la voz para decirte que aunque estuvieras fuera de tiempo no pasa nada, que tienes apoyos, que no todo vale y que no dejarás que así sea.

¿Y esto a qué viene?
Hoy he recibido una llamada de una “supuesta” oferta laboral. Como es costumbre, me intento informar sobre la empresa, y mi sorpresa ha sido que ésta en particular cambia muy a menudo de razón social y  que sus prácticas no son muy “éticas” hacia sus “empleados” y sus “clientes”.
Empresas que hacen de la adversidad, de la buena voluntad y del desconocimiento un negocio.
Y sí, me sorprendo de que haya “mentes privilegiadas” que vean la oportunidad de mercado sobre unas bases tan poco morales. Y espero seguir sorprendiéndome, porque significará que es una excepción y no una norma generalizada.

En momentos como estos es indispensable mantenernos firmes en nuestros principios, no dejemos que la frustración nos lleve por los caminos escarpados de la desesperación, compartamos información, apoyémonos los unos a los otros…


martes, 8 de marzo de 2011

Crecer en los 80.

Los que crecimos en los 80 tenemos en general, un concepto del mundo fantástico y onírico muy común.
Somos una generación que ha crecido con un lenguaje visual y musical rico en este campo, con grandes matices de romanticismo que quizá, generaciones posteriores han perdido.

Historias llenas de seres fantásticos, con héroes sucios y graciosos, princesas  vestidas con vaporosos vestidos, peinados llenos de colores y trenzas. Ojos perfilados con sombras multicolores imposibles que enmarcaban una magia, unos poderes completamente maravillosos.
Historias de amor, amor entre individuos, a la tierra, a la supervivencia de todo aquello que nos hace humanos.

Los que crecimos en los 80 soñábamos con ser protagonistas de aventuras en las que encontrábamos tesoros escondidos. Descubríamos que en nuestra realidad diaria, debajo de nuestra cama, tras la puerta del armario, en ese gran libro que no podíamos alcanzar en lo alto de la estantería se escondía un mundo fantástico. Un mundo lleno de hadas, seres diminutos y traviesos, enanos malhumorados, unicornios y perros voladores.
No faltaban nunca los villanos que siempre querían corromper nuestra infancia. Se escondían en maravillosas vestimentas, eran altos, guapos y había algo que nos atraía a ellos irremediablemente. Pero siempre conseguíamos librarnos de sus malas artes gracias a esos pequeños seres que nos acompañaban, que nos mostraban su opresión y el engaño al que estábamos siendo sometidos.
En nuestros sueños encontrábamos el romance, la amistad y la hermandad entre distintos pueblos.

Los que crecimos en los 80 nunca hemos dejado de soñar que un día, al abrir un libro, por arte de magia aparecemos en ese mundo que tanto anhelábamos. Y podremos cumplir con ese destino del que estábamos seguros no podríamos escapar.