domingo, 25 de diciembre de 2011

Estrella

Si yo encontrara
la estrella que me guiara
yo la meteria
muy dentro de mi pecho
y la venerara
si encontrara la estrella
que en el camino me alumbrara

Como relampago de fuego fuiste
que en mi sentimiento entraste
dejaste encendido el fuego
y entre llamas me dejaste

Estrella
llevame a un mundo
con mas verdades con menos odios
con mas clemencias y mas piedades
romperemos las nubes negras
que nos engañan que nos acechan
abriremos un mundo nuevo
sin fusiles ni veneno

Si yo encontrara...

Estrella
si te encontrara
me darias tu la fuerza
que necesito pa vivir
en este mundo de confusiones
de misiles y de motores

O tal vez me llevarias
por camino y por montes
donde tu alumbras campos de amores
campos de nubes y corazones

Si yo encontrara...

Enrique Morente.


martes, 20 de diciembre de 2011

Llenar espacios con música… Crear nuestro Leitmotiv

Los que escuchamos música de una forma asidua (los que necesitamos llenar el espacio, el tiempo con ella) solemos acompañar nuestros “momentos” con ella. Es como si de una forma autómata creáramos nuestras bandas sonoras particulares, nuestro Leitmotiv
Con esta idea y teniendo en cuenta que a la llegada de estas fechas es casi una obligación hacer un balance del año, que mejor manera de verlo reflejado en aquellas canciones que han acompañado cada momento de nuestra cotidianidad, ¿os apetece compartirlo?

Para no hacer una lista interminable, os enlazo cinco de las canciones que más he escuchado este año, alguna ya enlazadas en post anteriores. Son canciones que me han hecho bailar, me han ayudado a ver con mayor claridad este duro camino de pausa, que han acompañado buenos y malos momentos, pero sobretodo, son canciones que me hablan…




Y vuestro año ¿cómo ha sido? :D

sábado, 17 de diciembre de 2011

Ciclotimia musical



¿Qué fue antes, la gallina o el huevo?  Y es que algo muy parecido pasa con la música y los estados de ánimo.
No es ninguna sorpresa que la música nos crea reacciones anímicas. Hay canciones que nos transportan a un terreno entristecido, a una melancolía rítmica, en cambio también hay canciones que producen una energía descomedida, un buenrollismo inmediato, un subidón de risa y bailes.  
Sin duda, a la hora de elegir unas u otras, las favorecidas serán las más acordes a nuestro momento anímico, nuestra predisposición será determinante. Sin embargo hay momentos en que seremos sorprendidos y nuestro carácter, aparentemente plano, se ve embrujado por acordes y notas sostenidas.

En estos embrollos pánfilos me encontraba el otro día, cuando caí en la cuenta en la selección que me había dispuesto para mis quehaceres. ¡Vaya cóctel anímico me había preparado! ¿Seré una ciclotímica musical? Pero como suele pasar, no siempre reaccionamos igual ante los mismos estímulos, y no es lo mismo escuchar detenidamente que acompañar y llenar el espacio…

Llenar espacios con música… para otra ocasión.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Evitando a Samuel Beckett

No invites a Samuel Beckett a tu fiesta de cumpleaños... Eso me decía cada vez que las cosas se torcían.
Y no había mucho más que decir hasta que llegaste, con tu sonrisa discretamente torcida, ojos heridos de ambición y tu maleta repleta de adulaciones. Pero querer ahuyentar los demonios no los exorciza. Aprender el ritual costó algún tiempo, pero te fuiste, te expulsé.
Y ahora puedo hablar con Beckett y sus amigos, así sin más, hasta la hora que yo quiera, dónde y cómo yo quiera.

martes, 29 de noviembre de 2011

Sanas obsesiones


Cuando era pequeña me encantaba jugar en la terraza de mi casa. Era muy grande, y me permitía poder ver el cielo todas las tardes mientras jugaba después del colegio.
Es un dato irrelevante si no tienes en cuenta que en Valencia, en el barrio donde me crié, los edificios son altos y están muy juntos los unos de los otros. Qué difícil era poder ver el cielo a primera vista. Para hacerlo era necesario forzar los músculos del cuello hacia arriba y cuando oías un crack ya estabas listo para poder mirar unos segundos. Todo dependía de la tolerancia que tuvieras al dolor (ejem).
Como decía, esa terraza me regaló unos atardeceres fascinantes. Impresionantes  rosados,  amplios cielos, unos más nublados que otros o menos intensos cromáticamente. Y todo para unos ojillos que aún habían visto muy poco mundo.
Y bueno, puedo decir que quizá, esta terraza es la culpable de una de mis pasiones, las artes, pero lo que sí puedo asegurar es que marcó todos los cielos que pinté de niña… Y cuánto me gustaba pintarlos!

Hace unas semanas, ordenando fotografías realizadas y editadas con el móvil, me dí cuenta de la gran cantidad de cielos que había en ellas. En un principio me quedé extrañada, y mí yo interior se dijo: qué temática más facilona. Pero caí en la cuenta de que mirar el cielo es mi sana obsesión. Y recordé que una de las cosas que más me gusta hacer en los viajes es perder la mirada en las nubes, en sus formas, en sus colores, en esos rayos de luz que parecen atravesarlas delicadamente… Entendí el por qué me gusta de la zona donde vivo, y es ahora  poco no me cuesta mirarlo, solo hay que alzar un poco la vista para ver una gran infinidad azul.

Son esas obsesiones pequeñas, desconocidas pero sanas. Cosas simples con las que disfrutar y ser un poquito más feliz.
Puede que penséis que es solo un gusto como cualquier otro, pero cuando algo pequeño es una necesidad para el bienestar interior, ¿es obsesión?
Es más, seguro que si escudriñamos un poco en nosotros podremos encontrar unas cuantas sanas obsesiones, ¿os apetece compartirlas?

Para muestra un botón. Atardecer en Teruel. Vía de servicio 2011.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Memoria

Pequeña traviesa que atacas de improvisto, por la espalda y con alevosía.
Astuta y cautelosa como ninguna.
Traes en los bolsillos aquello que pesa menos para no ser descubierta.
Y es que eres una pequeña caprichosa de colores sepia.
Deja que hoy, incansable juguetona, sea yo la que decida dónde quiero ir, si es que quiero ir algún sitio que no sea el ahora.

Desintegración de la persistencia de la memoria (1952-1954)
Dalí

miércoles, 16 de noviembre de 2011

The show must go on


©Teresa Barantes


Dar pequeños saltos, no sé dónde, pero darlos.

Pequeños pasos de baile que te lleven a un camino incierto, pero qué importante es hacer el camino divertido.

Levantar la mirada al cielo, dejar que las nubes te llenen los pulmones y sonreír al infinito.



Cantar a gritos por el camino y sentirte como la chica guapa a la enfocan con un primer plano en el concierto de su Superstar.

Pequeños saltos, melenas agitadas… No apagues aún la música que nos queda mucho por recorrer.

lunes, 14 de noviembre de 2011

Al otro lado del cristal.

Ya comenté en una ocasión lo especial que fue mi visita el año pasado al Museo Reina Sofía, pero no he llegado a escribir sobre obras o autores concretos que me sorprendieron (la verdad aún no entiendo el por qué).
En ese momento había una exposición temporal que comprendía principalmente el arte de postguerras.
Y bueno, ¿por qué escribir ahora sobre ello, casi después de un año?
Todos estamos siendo testigos o participes de los movimientos socio-políticos-económicos de los últimos meses (o años, si miramos con más perspectiva y en profundidad) y en mi cabecita hay una imagen que me visita recurrentemente.


Su autor es William Eugene Smith (1918-1978).  Pertenece a un ensayo fotográfico realizado en 1950 y publicado en abril de 1951 por la revista Life, llamado Spanish Village. En otra ocasión hablaremos más detenidamente de este ensayo, y el por qué una imagen no vale más que mil palabras.
En Spanish Village, Smith pretende mostrar una realidad vivida por el pueblo español bajo el régimen de Franco, llevado en gran parte por la actualidad política del momento. Pero no se centra en la grandes urbes (debido en gran parte a la dificultad de realizarlo por el control del régimen franquista), si no en el pueblo de Deleitosa, provincia de Cáceres.
Con estos datos en la cabeza, y la cercana observación de la fotografía, la primera idea que cruzó por mi cabeza fue la esperada: Pobres gentes… ¿cómo ha es posible que hayamos cambiado tanto?
Acto seguido hice una fotografía (sí, dejan hacer fotos salvo al Guernica, no sé si comentaré mi parecer…) y al contemplar el resultado me ví a mi misma reflejada sobre el cristal que protege la fotografía. Se activó algo, y me dije: Soy nieta directa de aquellas gentes que me parecen tan lejanas, pero no reconozco en ellas las caras de mis abuelos…
Hice el esfuerzo de eliminar de aquellas figuras sus añejos y negruzcos ropajes, afinar esas pieles curtidas por el sol del campo extremeño,  suavizar ligeramente esas ásperas miradas, y sí, ahí estaban ellos, mis/nuestros abuelos.
En ese instante pude reconocer, no solo a mis familiares cercanos, si no aquellas historias que me contaron en su momento, aquel momento que se nos antoja tan lejano.
Pero ese es nuestro pueblo, nuestro país. Ahí lo podemos ver, en una “instantánea” tomada tan solo en lo que se supone una cagadita de mosquito en la historia universal.
Y bueno, el mirarme desde el otro lado, reflejada en el cristal protector, y poder ver en un instante todo lo conseguido y todo lo perdido… Esta idea…
Y es que hoy nos ahogamos en esta vida urbana, con nuestras deudas, nuestro paro, nuestros abusos, nuestro consumismo desmedido… Y pienso en ellos, en ese otro lado, ¿qué nos dirían en ese justo momento? Y creo que sus respuestas no nos valdrían, porque parte del hoy es fruto de su presente, pero aún así, sé lo que nos dirían, y sé que tendrían razón.

martes, 8 de noviembre de 2011

No quiero recorrer sola el camino de baldosas amarillas


De pequeña me daba pánico la Bruja del Oeste y sus monos voladores. Aunque haya pasado muchos años desde que bailaba y cantaba con el Mago de Oz, me sigue fascinando, me sigue moviendo las tripillas.
Ahora ya no canto ni bailo delante de la pantalla (ejem), ahora ese cuento tiene otra lectura (como todo buen cuento ¿verdad?).
Ahora que soy “mayor”, la Bruja ya no es objeto de mis terrores, pero sí sus motivaciones, su falta de escrúpulos. En ese serpenteante camino de baldosas amarillas el miedo ya no es lo que le puedan hacer a Dorothy, la angustia es saber si Dorothy contará con ayuda para poder superar las trampas de la malvada Bruja del Oeste y llegar finalmente a Oz. Porque la Bruja estará preparada, al acecho, y si no es ella, será otra Bruja con afán de poder (¿de qué sirvió matar a la Bruja del Este?). Todo es cuestión de tiempo.
Con los protagonistas siempre nos identificamos (para eso los crean) y yo me veo con ese vestidito azul, mi cestita de mimbre y mis chapines de rubí. Y es que para llegar a Oz necesito ayuda, y toda ayuda será buena, ¡qué más que sea de una bellísima Hada, de un espantapájaros, un hombre de hojalata, un león o un perrito!
Lo bueno de esta historia, es que todos ayudan, y todos son ayudados. Cada uno tiene una necesidad, un deseo o una meta. Y juntos, siempre juntos, consiguen sus sueños.

Ahora bien, si vemos el camino de baldosas amarillas como nuestro día a día, vemos a la Bruja del Oeste como esta puñetera crisis, conflicto personal o cualquier otro inconveniente, y vemos a un espantapájaros, un hombre de hojalata y un león  como compañeros de viaje, podremos asegurar nuestro éxito. La familia y los amigos serán nuestro motor, pero recordar lo valioso de aquellas personas que encontramos en el camino. No creo que sea inteligente cerrar las puertas a nadie.
Yo de camino a Oz me estoy encontrando a muy buenos compañeros de viaje, que arriman su hombro, me dan ánimos y me hacen reír.

De verdad, no quiero recorrer sola el camino de baldosas amarillas y tampoco quiero que lo hagáis vosotros.

lunes, 7 de noviembre de 2011

¿Qué hago en una Feria de Empleo?

Como decía antes, este espacio es muy ecléctico, y por diversos motivos hoy cambiamos la tónica general, el lenguaje habitual. Y es que el pensar en acudir a una Feria de Empleo es una opción que se baraja entre muchos de los que estamos en Pausa. Buscamos nuevas oportunidades, información y una oportunidad de tener una conexión más directa, más humana con la mole mental que significa para nosotros La Empresa objeto de nuestro interés.

Para que nuestra visita sea más efectiva y fructífera debemos tener en cuenta varios aspectos, desde nuestros objetivos hasta el enfoque que queremos dar a nuestra visita.
Pautas que considero como demandante de empleo que tendríamos que tener en cuenta:

-         Nuestro objetivo no es repartir el mayor número de CV posibles, si no hacer llegar nuestra candidatura de forma efectiva.
-          Intentar entablar una conversación con los empleados. Ojo! Muchas empresas contratan azafatas, encargadas de recoger CV y repartir bolis, caramelos, carpetitas… Aunque con la crisis habrá que ver J. A nosotros nos interesa hablar con los empleados. Son los que mayor información nos podrán dar, y quién sabe, quizá llamemos su atención y hagan una marquita a nuestro CV.
-         Si la empresa lo ofrece, siempre será mejor rellenar sus solicitudes de empleo a dar nuestro CV. Tenemos que tener en cuenta que para la empresa es más fácil volcar nuestros datos en su sistema informático. De forma que aseguraremos que nuestros datos lleguen donde queremos, a su sistema.
-         Debemos informarnos de qué empresas acuden a Feria. Sería interesante poder leer la Visión y Valores de la empresa en cuestión. En ella encontraremos qué aspectos cobran interés para empresa, veremos que lenguaje (corporativo) utilizan, y podremos adaptar en la mayor medida posible, nuestro discurso. De esta forma, si nuestro interlocutor reconoce en nosotros un lenguaje familiar, será más fácil llamar su atención.
-         Como es lógico hay que cuidar nuestra imagen. No ir de punta en blanco, pero sí acorde a lo que nuestro perfil debe ofrecer.

Todo esto depende de nosotros, qué queremos conseguir, que finalidad queremos dar a nuestra visita,  de forma que todas las opciones son igualmente válidas.

Como último, creo que debemos tener en cuenta que la empresas que acuden están allí por diversos motivos, entre ellas posicionamiento de su marca en el mercado, búsqueda de nuevas oportunidades de negocio y un largo etc.
Por la tanto, aprovechemos su presencia, y hagamos que la nuestra sea igual de válida.


Ah! Siempre con el ánimo bien alto y la sonrisa en la cara!


Incluso en la pausas hay micro pausas…

Y es que este blog ha sufrido una grande, por muchos motivos. El principal quizá ha sido el planteamiento de su utilidad, de su orientación, su enfoque… y a estas alturas aún está en el aire. Pero quiero seguir, así que dejaremos que Pausa a contra reloj siga con sus contenidos anárquicos y eclécticos, no le hacemos mal a nadie.
La pausa principal sigue activa, la cuenta atrás ya solo tiene unos minutos, pero aquí seguimos, activos, buscando, conociendo, creciendo…

Os dejo con una canción que me levanta el ánimo, que me ayuda a recordar que a veces, aunque creamos que nos hemos perdido (o quizá sí lo hayamos hecho) llega un momento en el que encontramos nuestro particular camino de baldosas amarillas.


martes, 3 de mayo de 2011

Mentiras.

Hoy tengo un sabor amargo en la garganta.
Presenciar la mentira, la indefensión, la vulnerabilidad no deja buen sabor.
Las campañas de sensibilización contra el maltrato doméstico no dejan más que una actitud pública que debemos seguir. Ahora bien, enfrentarse al día a día, a los dimes y diretes, a las miradas de soslayo, a la realidad, ya es otra cosa.
Desde las instituciones públicas, que quiero pensar que es por saturación y no por insensibilidad del funcionario que atiende a la víctima en su despacho,  hasta el vecino que incrédulo tiene que dar respuesta fácil para su propia comodidad mental.
En cambio, el que vive día a día la pesadilla con la víctima, los amigos verdaderos, los cuerpos policiales, el personal sanitario no tienen una postura pública, tienen la postura que su día a día les hace tener: el apoyo, el asesoramiento, el cariño y los ánimos.
El resto, todo mentira. ¿Hasta cuándo?
Porque si abrimos bien los ojos, veremos que alrededor hay personas que sufren, que no te pedirán ayuda, pero que la recibirán con una sonrisa en sus ojos cansados. Qué no cuesta nada dar un poco de ti, de tu tiempo, que vivir en sociedad significa no estar solos… que no es justo que nadie lo esté.
Y es que todos juntos podemos hacer que las cosas cambien, hacer que nuestro mundo sea algo más justo que heredaran nuestros hijos y nietos.
No es hablar de utopías, es hablar de lo que tendría que ser y no es, de hacer de la mentira una realidad… ¿Es tan difícil?

miércoles, 20 de abril de 2011

Cuando hacerse mayor era divertido

Qué curiosa es nuestra capacidad de asociación. Hay momentos en los que parece que todo te lleva a los mismos recovecos de nuestra memoria, que todo lo que haces, dices, o decides acaba con los mismos pensamientos o recuerdos.
Estas semanas mi capacidad asociativa está en cierta manera en un bucle, o quizá, de manera inconsciente todo me lleva a lo mismo.

Por una parte estoy leyendo una novela que me tiene secuestrada como hacía tiempo no lo estaba. Aunque sea una historia de terror me tiene atrapada fundamentalmente por la exquisita descripción de los pensamientos pre-adolescentes.

Por otra parte he comenzado un proyecto como voluntaria en una escuela, con niños en exclusión social. El proyecto es más amplio, ya que las actividades van dirigidas tanto a padres como niños, pero yo estoy con éstos últimos.
Son niños que crecen rápido, que tienen una gran vitalidad en sus pequeños ojitos. Y como suele pasar, cuando lo que te rodea no es idílico, tu discurso, tu actitud mezcla la inocencia propia de la edad con la crudeza adulta.
En un proyecto como éste se marcan ciertos objetivos, a corto y largo plazo, pero algo en mi interior me dice que el fundamental es hacer que disfruten de su crecimiento.
Recuerdo que cuando tenía más o menos su edad, las jornadas de juegos con tus amigos era lo más importante, era tu ocupación.
Recuerdo esas pequeñas bromas que solo tú y tu pandilla entendíais. Esas risas bobaliconas y nerviosas. Tus primeros amores platónicos, en los que una pequeña mirada te llevaba a la ensoñación más profunda y despreocupada.
Con el paso de cada verano, eras un poquito más mayor, tenías más libertades, y junto a tus amigos te sentías más adulto. Era divertido hacerse mayor. Y era divertido darse cuenta.

Y tengo la sensación, y ojala esté equivocada, que estos niños no viven así su camino a la adultez. Pasan rápidamente de niños a adultos. De jugar con una pelota a tener una familia que sustentar.
Espero poder deciros con el paso de los días lo equivocada que estaba, que solo ha sido una primera impresión. O quizá que vemos un cierto avance, que poco a poco vamos cumpliendo objetivos. Espero poder deciros que estamos haciéndolo bien, y que esto servirá para algo.
Desde luego nuestras ilusiones, energías y tiempo están puestas en ellos.


Comiendo uvas. Sorolla.

martes, 19 de abril de 2011

Decir o callar.

Hola de nuevo,

Hace tiempo que no publico nada en el blog. No significa que haya dejado de escribir, pero sí de publicar.
 Hay ocasiones en las que no apetece compartir. Son momentos de introspección, que todos tenemos y que no hacemos públicos.
Estos días, al acabar ciertos escritos no podía evitar pensar en aquellos escritores que admiro, en aquellas páginas que nunca han visto la luz, en las historias que están guardadas en discos de memoria o un cajón.
Y es que hoy en día la publicación está al alcance de todos, y el hecho de que ciertas palabras vean o no la luz, se acogen cada vez más a criterios personales.
Autocensura. Preocupación por lo que se llama reputación 2.0.

Y está bien.
 Me hace sentir bien el hecho de que nosotros decidamos, de tener la libertad de decir o callar, y eso es lo que hoy me apetece compartir.

martes, 22 de marzo de 2011

Un año

Este mes ha hecho un año del momento en que mi vida dio un giro de 180º
No pretendo hacer un balance público de los pros y contras que ha supuesto, pero sí me gustaría compartir las conclusiones a las que he llegado tal día como hoy.

Mirar hacia atrás suele darme tortícolis mental, prefiero mirar siempre al frente, con la mirada en mi próximo destino, pero hay fechas en las que es inevitable. Y ésta es quizá la más inevitable.

Hace poco más de un año (y parece un siglo) yo era una persona absorbida por la rutina, encerrada en un bucle  de resignación y disfrazada de mí misma ante un espejo.
Pero hoy puedo reconocer que o quién mueve mis mecanismos internos, cuales son los lubricantes de mis engranajes.  Sé que elementos externos debo alejar para no oxidar ni atascar mis engranajes, poleas y pistones.
Y sí, puede que me perdiera en ellos, dando vueltas y más vueltas sin conocer su funcionamiento, pero hoy puedo asegurar que conozco el funcionamiento, que hecho una puesta a punto y tengo una garantía mínina de diez años (incluyendo el mantenimiento diario).

Hoy puedo decir que estoy satisfecha, a pesar de la pausa, que me encuentro fuerte, que espero con ansia los nuevos proyectos, que espero alcanzarlos y poder compartirlos con vosotros, que estoy aquí.

viernes, 11 de marzo de 2011

Mañanas musicales


Empezar el día con la canción, esa que te llena de ritmo hasta la última terminación nerviosa de tu piel, mientras te haces el primer café de la mañana.
Buena dosis de cafeína y buenrollismo para empezar el día.
Sonrisa cafeinada y ligeros movimientos de cadera para despejarse.
Pequeños pasos de baile mientras repasas la lista de cosas para hacer.
Encuentro sonrisa y besito en el pasillo, mientras la cabeza se ha unido al ritmo de la cadera.
Manos arriba, hay que vestirse y hace frío pero la música no parará.
Y es que hoy es un buen día, porque es un día nuevo.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Respuesta a las malas prácticas

A veces tengo la sensación de que a esta pausa solo le quedan minutos para estar fuera de tiempo. Pero es solo eso, una sensación, porque la verdad es que aún le quedan muchas horas.
Muchas horas en las que mente no deja descansar, donde la adrenalina se dispara y me lleva a buscar ocupaciones para no pensar continuamente que pierdo horas de pausa.
Pero hay hechos que te hacen levantar la voz para decirte que aunque estuvieras fuera de tiempo no pasa nada, que tienes apoyos, que no todo vale y que no dejarás que así sea.

¿Y esto a qué viene?
Hoy he recibido una llamada de una “supuesta” oferta laboral. Como es costumbre, me intento informar sobre la empresa, y mi sorpresa ha sido que ésta en particular cambia muy a menudo de razón social y  que sus prácticas no son muy “éticas” hacia sus “empleados” y sus “clientes”.
Empresas que hacen de la adversidad, de la buena voluntad y del desconocimiento un negocio.
Y sí, me sorprendo de que haya “mentes privilegiadas” que vean la oportunidad de mercado sobre unas bases tan poco morales. Y espero seguir sorprendiéndome, porque significará que es una excepción y no una norma generalizada.

En momentos como estos es indispensable mantenernos firmes en nuestros principios, no dejemos que la frustración nos lleve por los caminos escarpados de la desesperación, compartamos información, apoyémonos los unos a los otros…


martes, 8 de marzo de 2011

Crecer en los 80.

Los que crecimos en los 80 tenemos en general, un concepto del mundo fantástico y onírico muy común.
Somos una generación que ha crecido con un lenguaje visual y musical rico en este campo, con grandes matices de romanticismo que quizá, generaciones posteriores han perdido.

Historias llenas de seres fantásticos, con héroes sucios y graciosos, princesas  vestidas con vaporosos vestidos, peinados llenos de colores y trenzas. Ojos perfilados con sombras multicolores imposibles que enmarcaban una magia, unos poderes completamente maravillosos.
Historias de amor, amor entre individuos, a la tierra, a la supervivencia de todo aquello que nos hace humanos.

Los que crecimos en los 80 soñábamos con ser protagonistas de aventuras en las que encontrábamos tesoros escondidos. Descubríamos que en nuestra realidad diaria, debajo de nuestra cama, tras la puerta del armario, en ese gran libro que no podíamos alcanzar en lo alto de la estantería se escondía un mundo fantástico. Un mundo lleno de hadas, seres diminutos y traviesos, enanos malhumorados, unicornios y perros voladores.
No faltaban nunca los villanos que siempre querían corromper nuestra infancia. Se escondían en maravillosas vestimentas, eran altos, guapos y había algo que nos atraía a ellos irremediablemente. Pero siempre conseguíamos librarnos de sus malas artes gracias a esos pequeños seres que nos acompañaban, que nos mostraban su opresión y el engaño al que estábamos siendo sometidos.
En nuestros sueños encontrábamos el romance, la amistad y la hermandad entre distintos pueblos.

Los que crecimos en los 80 nunca hemos dejado de soñar que un día, al abrir un libro, por arte de magia aparecemos en ese mundo que tanto anhelábamos. Y podremos cumplir con ese destino del que estábamos seguros no podríamos escapar.



miércoles, 23 de febrero de 2011

Amistad.

Es una puerta, sin pomo ni cerradura, grande o pequeña, pero de maderas nobles.
La dejaré entreabierta, para que entres y salgas cuando gustes, para que asomes la cabeza juguetona y para oírte cuando me necesites.
Está a mi cuidado, y tendré cautela de que una ráfaga de aire no la cierre, porque recuerda que no tiene pomo.
Tendríamos que construir una nueva, buscar nuevos maderos, y dedicarle tiempo y mimo. Tú y yo, porque solo es tuya y mía.

domingo, 20 de febrero de 2011

Domingos soleados.

No sé que tienen los domingos soleados que tanto me gusta.

Puede ser el ambiente de tranquilidad que se respira al pasear por la mañana, cuando uniformados de domingo, nos vamos a por el periódico.
Hay un aire diferente, casi mágico, cuando te relajas tomando un aperitivo en una terracita al solecito. Momento en el que hablas de las penas del mundo, nuestras penas, mientras hojeas la prensa que acabas de comprar.
Y te vas a casa relajado, con la tripa satisfecha, pensando en la comida que vas a preparar, para después ver una película o acurrucarte en el sofá para dormir un ratito.

No sé que tienen los domingos soleados que siempre me han gustado tanto.


©Teresa Barrantes

viernes, 18 de febrero de 2011

Nada malo que temer.


Serpientes de agua. Gustav Klimt (detalle)




Y es que suelo perderme continuamente en tus adentros.
Y mientras sea así, no hay nada malo que temer, no hay nada tan atroz que me contenga.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Experiencia estética.

Algunos amigos me dicen que les gustaría ir conmigo a ciertas exposiciones o museos, debido, supongo, a mi formación artística.
Cada vez que me lo dicen no puedo evitar sorprenderme y reconocer abiertamente mi falta de conocimientos específicos sobre tal o cual obra.
Y es que sí algo aprendí, gracias a muy pocos profesores por desgracia, es que al asistir a un exposición o colección permanente, no hay que abordar la visita con una mirada enciclopédica. Si se tiene, ¡perfecto! pero si no es así, no sirve de nada la angustia y la sensación de “algo me estoy perdiendo”… Y me explico:

Hace unas semanas tuve una de las mejores experiencias museísticas de mi vida. Me encontraba en Madrid, y muchas horas de soledad al día. Por supuesto, no estaba dispuesta a desperdiciarlas y decidí entre muchas otras cosas ir a ver el Museo Reina Sofía.

©Teresa Barrantes

Reconozco (y aquí me vuelvo al tema principal, no sufran) que mis conocimientos de las artes contemporáneas son escasas y no preparé la visita, de forma que no sabía muy bien hasta qué punto sería provechosa.
Pues creerme que fue de las más enriquecedoras que he tenido hasta el momento.
La primera alegría fue descubrir, que sí, soy universitaria de nuevo, y sí, la entrada era gratis para mi, yuhuuuuu!!!!!!
Me bebí las exposiciones temporales (señores, una maravilla de las que hablaré más tarde o más temprano). Pasee con ojos boquiabiertos, en ocasiones con el corazón encogido, volví a encontrar a ciertos autores ya olvidados en mi mente y me hice amiga de otros tantos.
Pero lo mejor de todo ha venido después. Tengo la libreta llena de autores de los que no sé nada y de los que quiero saber mucho, me he traído a casa horas y horas de búsquedas, de lecturas. Tengo en la mente mil y una sensaciones de las mil y una obras que pude ver.
Espero tener tiempo, porque ganas muchísimas, de compartirlas con vosotros… si queréis claro.

©Teresa Barrantes

Os aseguro que a partir de la fecha no prepararé ninguna visita. A partir de esta experiencia iré desnuda de conocimientos previos, y dejaré sorprenderme, llenarme la libreta de nombres, y traerme a casa muchos deberes.
Y bueno, no me avergüenzo en reconocer que es aquello que tanto estudié pero que hasta ahora no experimenté en su plenitud: la experiencia estética.

jueves, 20 de enero de 2011

Yo no quería hablar, pero los fumadores...

Me había propuesto no hablar en reuniones, y mucho menos escribir aquí nada al respecto de la nueva Ley 42/2010, de 30 de diciembre, también conocida como “ley antitabaco”.
¿El por qué?

  1. Soy fumadora, drogadicta o yonki, elijan a su propio gusto (pero soy las tres)
  2. También soy persona atenta a las normas, y donde no se puede fumar no fumo.
  3. Odio el olor a tabaco y no aguanto el humo, los ambientes cargados y el olor de los ceniceros. Por lo tanto creo que soy empática hacia los no fumadores.
  4. No aguanto no poder aguantar cierto tiempo sin poder fumar. Odio mi adicción.

Vistos estos precedentes, no voy a quejarme porque me prohíban fumar en espacios públicos o sociales, es más, creo que algo bastante lógico, ya que el tabaco enferma a sus consumidores y tiene efectos negativos en el organismo de las personas.

Lo que no soporto, es que seamos tan tonticos (y yo la primera) de creer que esta ley es un beneficio a los ciudadanos.
 Por un lado, es una ley polémica, que nos da para habla, escribir y discutir durante meses, así no hablamos, no escribimos y no discutimos de temas que tienen más relevancia… Como decía Ernesto, una cortina de humo pero sin humo, por supuesto.
Por otro lado, soy adicta y ¿de verdad creen que me gusta hacerme daño? ¿De verdad piensan que me siento cómoda dañando a los que me rodean?
¿Qué pesa más, las cuestiones económicas o la salud pública a la hora de prohibir el tabaco??

Soy fumadora y quiero que prohíban la venta y distribución de esa droga. Eso sería pensar en la salud pública.

Bueno, espero ser algo más comprometida conmigo misma la próxima vez.

martes, 18 de enero de 2011

Son aquellas pequeñas cosas...

Hay momentos que con causa justificada o sin ella, cae nuestro estado de ánimo. Tristeza, melancolía, rabia, frustración entre otros sentimientos nos hacen olvidar las pequeñas cosas que día a día nos genera una sonrisa.

Llevo muchos días sin escribir y no porque no hayan cosas que me parecen tremendamente interesantes para compartir, pero quizá no era el momento (para mí).

He estado haciendo un pequeño ejercicio mental para subir el ánimo, porque si algo he aprendido, es que eres tú el que te tienes que animar, si no hay voluntad no hay nada que hacer.

El ejercicio en cuestión es hacer una pequeña lista de aquellas pequeñas cosas, que a diferencia de Serrat, no te hacen llorar, si no sonreír cuando nadie te ve.

Mi pequeña lista es:
-         El olor a colonia infantil.
-         Una taza caliente entre las manos (de café con canela, leche con cacao o infusión)
-         El olor de mi pelo al secarlo con el secador.
-         Mirar todas las mañanas una máscara veneciana que me regalaron.
-         Ponerme todas las mañanas mi anillo de casada.
-         Acurrucarme en el sofá mientras me tapo con una mantita.
-         Hacer girar mi globo terráqueo con los dedos, como si me diera un pequeño paseo por los países que deseo visitar…

©Teresa Barrantes


¿Cuál es la tuya?

Caracol, col, col...

A veces creo que soy un caracol, sólo salgo con el sol… después de la lluvia.

domingo, 2 de enero de 2011

¿Serás, amor
un largo adiós que no se acaba?
Vivir, desde el principio, es separarse.
En el mismo encuentro
con la luz, con los labios,
el corazón percibe la congoja
de tener que estar ciego y sólo un día.
Amor es el retraso milagroso
de su término mismo:
es prolongar el hecho mágico
de que uno y uno sean dos, en contra
de la primer condena de la vida.
Con los besos,
con la pena y el pecho se conquistan,
en afanosas lides, entre gozos
parecidos a juegos,
días, tierras, espacios fabulosos,
a la gran disyunción que está esperando,
hermana de la muerte o muerte misma.
Cada beso perfecto aparta el tiempo,
le echa hacia atrás, ensancha el mundo breve
donde puede besarse todavía.
Ni en el lugar, ni en el hallazgo
tiene el amor su cima:
es en la resistencia a separarse
en donde se le siente,
desnudo altísimo, temblando.
Y la separación no es el momento
cuando brazos, o voces,
se despiden con señas materiales.
Es de antes, de después.
Si se estrechan las manos, si se abraza,
nunca es para apartarse,
es porque el alma ciegamente siente
que la forma posible de estar juntos
es una despedida larga, clara
y que lo más seguro es el adiós.

                                  Pedro Salinas