Cuando los músculos se relajan, cuando la respiración acompaña a la armonía interior, cuando los parpados caen exhaustos…
Es el momento en el que dejas de sentir que suelo se tambalea a tus pies, que el destino no está en tus manos, que las fuerzas dejan de acompañarte.
Es en ese momento donde nuestros sueños usurpan nuestras preocupaciones, cuando la mente baila a otro compás, más hermoso, más acompasado, más brillante…
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