Cuando era pequeña me encantaba jugar en la terraza de mi casa. Era muy grande, y me permitía poder ver el cielo todas las tardes mientras jugaba después del colegio.
Es un dato irrelevante si no tienes en cuenta que en Valencia, en el barrio donde me crié, los edificios son altos y están muy juntos los unos de los otros. Qué difícil era poder ver el cielo a primera vista. Para hacerlo era necesario forzar los músculos del cuello hacia arriba y cuando oías un crack ya estabas listo para poder mirar unos segundos. Todo dependía de la tolerancia que tuvieras al dolor (ejem).
Como decía, esa terraza me regaló unos atardeceres fascinantes. Impresionantes rosados, amplios cielos, unos más nublados que otros o menos intensos cromáticamente. Y todo para unos ojillos que aún habían visto muy poco mundo.
Y bueno, puedo decir que quizá, esta terraza es la culpable de una de mis pasiones, las artes, pero lo que sí puedo asegurar es que marcó todos los cielos que pinté de niña… Y cuánto me gustaba pintarlos!
Hace unas semanas, ordenando fotografías realizadas y editadas con el móvil, me dí cuenta de la gran cantidad de cielos que había en ellas. En un principio me quedé extrañada, y mí yo interior se dijo: qué temática más facilona. Pero caí en la cuenta de que mirar el cielo es mi sana obsesión. Y recordé que una de las cosas que más me gusta hacer en los viajes es perder la mirada en las nubes, en sus formas, en sus colores, en esos rayos de luz que parecen atravesarlas delicadamente… Entendí el por qué me gusta de la zona donde vivo, y es ahora poco no me cuesta mirarlo, solo hay que alzar un poco la vista para ver una gran infinidad azul.
Son esas obsesiones pequeñas, desconocidas pero sanas. Cosas simples con las que disfrutar y ser un poquito más feliz.
Puede que penséis que es solo un gusto como cualquier otro, pero cuando algo pequeño es una necesidad para el bienestar interior, ¿es obsesión?
Es más, seguro que si escudriñamos un poco en nosotros podremos encontrar unas cuantas sanas obsesiones, ¿os apetece compartirlas?
Para muestra un botón. Atardecer en Teruel. Vía de servicio 2011. |
He estado (re)leyendo algunas de las entradas de tu blog y hay que ver qué bien que (d)escribes. No sé si valdrían otras palabras, pero consigues transmitir muchas cosas (y todas bien) y buenas.
ResponderEliminarEres, lo has sido siempre, muy buena gente (y - ya lo sabes - muy artista); no cambies, Teresa
Un saludo
Ernesto
Millones de gracias Ernesto!
ResponderEliminarAún queda mucho por aprender, pero es todo un elogio viniendo de ti.
Gracias no solo por las palabras, si no por el empujón que suponen.
Un abrazo!!