Es complicado reconocer en nosotros mismos a nuestro peor enemigo. Sí, es una frase muy usada, pero qué razón tiene.
Y es que es muy difícil creer en uno mismo, en que podremos afrontar todo aquello a lo que la vida se le antoje retarnos, saber capear a los malintencionados, mantenernos firme frente al miedo o la incertidumbre.
Parece que nuestro inconsciente está programado para nuestro yo más negativo, y es nuestro esfuerzo el que nos saca de él.
Y es precisamente en estos tiempos donde tenemos que aunar fuerzas, aunque no estemos para tirar cohetes. Y es que preocupa y mucho el desánimo general que hay (o hastío, o aburrimiento)
Cada uno se centra con sus problemas: que si la prima de riesgo, el desempleo, los recortes de lo recortado, el que hace o deja de hacer…
Tengo la sensación de que estas penas nuestras se van a enquistar y como un bultito más las dejaremos para que decoren nuestro cuerpo y no, no podemos dejarnos entrar en ese bucle…
Creo sinceramente que está en nuestra mano hacer algo, algo por nosotros y por los demás. Creo que debemos empezar a creer en nosotros, en nuestros vecinos, en saber y creer que es posible protegernos y ayudarnos.
No es la primera vez, ni seguramente la última en que los problemas socio-económicos dan un giro a la visión que tenemos de nuestra sociedad. Y vienen cambios, se puede ver sin tener una bola de cristal, solo mirando atrás… Y son nuestras voces, nuestra actitud, nuestra fuerza las que harán que ese giro tome una dirección u otra.
¿Y a qué viene todo esto? A demasiadas conversaciones donde la esperanza de encontrar un empleo, pagar facturas por recortes salariales y demás ha desaparecido. A demasiados amigos que lo están pasando realmente mal, a mí que esta pausa se me está haciendo cuanto menos pesada.