miércoles, 20 de abril de 2011

Cuando hacerse mayor era divertido

Qué curiosa es nuestra capacidad de asociación. Hay momentos en los que parece que todo te lleva a los mismos recovecos de nuestra memoria, que todo lo que haces, dices, o decides acaba con los mismos pensamientos o recuerdos.
Estas semanas mi capacidad asociativa está en cierta manera en un bucle, o quizá, de manera inconsciente todo me lleva a lo mismo.

Por una parte estoy leyendo una novela que me tiene secuestrada como hacía tiempo no lo estaba. Aunque sea una historia de terror me tiene atrapada fundamentalmente por la exquisita descripción de los pensamientos pre-adolescentes.

Por otra parte he comenzado un proyecto como voluntaria en una escuela, con niños en exclusión social. El proyecto es más amplio, ya que las actividades van dirigidas tanto a padres como niños, pero yo estoy con éstos últimos.
Son niños que crecen rápido, que tienen una gran vitalidad en sus pequeños ojitos. Y como suele pasar, cuando lo que te rodea no es idílico, tu discurso, tu actitud mezcla la inocencia propia de la edad con la crudeza adulta.
En un proyecto como éste se marcan ciertos objetivos, a corto y largo plazo, pero algo en mi interior me dice que el fundamental es hacer que disfruten de su crecimiento.
Recuerdo que cuando tenía más o menos su edad, las jornadas de juegos con tus amigos era lo más importante, era tu ocupación.
Recuerdo esas pequeñas bromas que solo tú y tu pandilla entendíais. Esas risas bobaliconas y nerviosas. Tus primeros amores platónicos, en los que una pequeña mirada te llevaba a la ensoñación más profunda y despreocupada.
Con el paso de cada verano, eras un poquito más mayor, tenías más libertades, y junto a tus amigos te sentías más adulto. Era divertido hacerse mayor. Y era divertido darse cuenta.

Y tengo la sensación, y ojala esté equivocada, que estos niños no viven así su camino a la adultez. Pasan rápidamente de niños a adultos. De jugar con una pelota a tener una familia que sustentar.
Espero poder deciros con el paso de los días lo equivocada que estaba, que solo ha sido una primera impresión. O quizá que vemos un cierto avance, que poco a poco vamos cumpliendo objetivos. Espero poder deciros que estamos haciéndolo bien, y que esto servirá para algo.
Desde luego nuestras ilusiones, energías y tiempo están puestas en ellos.


Comiendo uvas. Sorolla.

martes, 19 de abril de 2011

Decir o callar.

Hola de nuevo,

Hace tiempo que no publico nada en el blog. No significa que haya dejado de escribir, pero sí de publicar.
 Hay ocasiones en las que no apetece compartir. Son momentos de introspección, que todos tenemos y que no hacemos públicos.
Estos días, al acabar ciertos escritos no podía evitar pensar en aquellos escritores que admiro, en aquellas páginas que nunca han visto la luz, en las historias que están guardadas en discos de memoria o un cajón.
Y es que hoy en día la publicación está al alcance de todos, y el hecho de que ciertas palabras vean o no la luz, se acogen cada vez más a criterios personales.
Autocensura. Preocupación por lo que se llama reputación 2.0.

Y está bien.
 Me hace sentir bien el hecho de que nosotros decidamos, de tener la libertad de decir o callar, y eso es lo que hoy me apetece compartir.