jueves, 30 de diciembre de 2010

Volver en Año Nuevo.

Cuesta mantener el equilibrio cuando vivimos en un constante movimiento en nuestro globo terrestre, en nuestras idas y venidas diarias, en nuestro interior.
La constancia,  la estabilidad no forma parte de nuestra vida y a veces podemos cometer el error de confundirlas con rutina.

Pero hay momentos mágicos, en los que parece que todos los ejes de posicionan de un modo estratégico para ubicarnos en un espacio-tiempo dónde nos encontraremos con nosotros mismos para disfrutarnos y encontrar paz en nuestra soledad.
Es una especie de equinoccio saturnal, cada quince años desaparece una parte importante de nuestra anatomía interna para luego volver a mostrarnos a los ojos curiosos que nos quieran contemplar.
Sinceramente, los únicos ojos que interesan, están en mi interior, y volver a verme es la mejor forma de acabar este año. Y lo pienso detenidamente y no podría haber sido de otra manera…

Un año cargado de tantos momentos, buenos y malos, en una misma proporción, un año donde he vuelto a crecer y he vuelto a encontrarme a mi misma y a los míos.
Mis mejores deseos para todos los que leéis estas letritas es que por lo menos una vez cada quince, cinco o veinte años disfrutéis de vuestro propio equinoccio saturnal. Es gratis.

Feliz 2011

A los artista ánonimos que nos hacen recordar y soñar... Gracias!!!

viernes, 17 de diciembre de 2010

No hay crisis...

Por lo menos la que nos viene a la cabeza cuando escuchamos la palabra más escrita y pronunciada del 2010.
No creo que no haya posibilidades para una recuperación económica, en un sistema donde la retroalimentación es un hecho, donde el “vendo” y “compro”, te “presto” y me “prestas” es lo que hace falta para poder activarnos.
Y bueno, ya sé que todo es algo más complicado, que no soy experta en económicas y que no voy a aportar absolutamente nada de lo que ya está dicho/ escrito. Por eso no quiero hablaros de esta crisis.

La crisis importante, la que debería ocupar más titulares, más reflexiones, más tertulia… debería ser la crisis que cada uno tenemos dentro de nosotros.
Cada uno sabe cual es su crisis: ¿qué echas de menos? ¿Qué te gustaría hacer en estos momentos? ¿Cómo te gustaría que te tratasen los demás? ¿Cómo lo haces tú? ¿Qué es lo verdaderamente importante? ¿Y por qué no nos centramos en eso?

Tengo la sensación de volver diez años en el tiempo, volver a la incorfomidad,  volver a tener sed de justicia y de sentido común… ¿o será la crisis de los treinta?

lunes, 13 de diciembre de 2010

En la cola del paro.

En la cola del paro todos somos bichos raros. Cada uno viene de un planeta distinto, cada uno tiene un pasado, una historia que contar… De hecho algunos lo hacen, sin pudor alguno, al desconocido que tiene al lado.
Todos nos sentimos extraños. Esto les pasa a los demás, no a mí.
Todos nos miramos de reojo… bueno, que alivio, hay gente peor que yo, hay gente más mayor que yo, hay gente menos cualificada que yo. ¡Ay!
Entre nosotros, nadie es igual a nadie, todos somos bichos raros.

Los de fuera, los que nos miran como hacemos cola por la ventana de la oficina, nos ven a todos iguales… nos ven como el producto de una situación rara, en un país raro.


©Teresa Barrantes

domingo, 12 de diciembre de 2010

Los olvidados.

Quizá es una forma de huir mentalmente, de aislarme del cansancio y el hastío que me producen las noticias de estos últimos meses, solo quizá…
Puede que este interés despierte simplemente del morbo que producen las historias de lugares olvidados, generalmente por una sucesión de desgracias en el caso de las ciudades, o de cambios de usos en los edificios. De la sensación de que hay tantas historias por contar y que nunca serán escuchadas.
O tal vez sea una conjunción de bellas fotografías con textos, generalmente muy bien escritos…

En realidad da igual el por qué, pero os enlazo algunas páginas sobre ciudades abandonadas y/o edificios.




lunes, 6 de diciembre de 2010

Mar de antaño

Y me encontré nadando en mares antiguos, donde el agua había perdido su nitidez, y recordé una vez más, que el tiempo no se detiene.

Decidí entonces descender a sus profundidades para poder contemplar los restos de civilizaciones pasadas.
Entre columnas y bustos, recordé una vez más, que lo hoy tenemos, mañana lo buscarán nuestros hijos, quizá idealizando lo que nosotros rechazamos, odiando lo que nosotros glorificamos.

Después

Cuando los músculos se relajan, cuando la respiración acompaña a la armonía interior, cuando los parpados caen exhaustos…
Es el momento en el que dejas de sentir que suelo se tambalea a tus pies, que el destino no está en tus manos, que las fuerzas dejan de acompañarte.

Es en ese momento donde nuestros sueños usurpan nuestras preocupaciones, cuando la mente baila a otro compás, más hermoso, más acompasado, más brillante…